sábado, 8 de septiembre de 2012

¿Qué sientes ahora mismo?-Me preguntó.

Como era de esperar tuve ganas de tirarle algo a la cara, de destrozársela.
Aquellos pómulos altos, aquellos rasgos angulosos, aquella piel blanca y tersa que yo tanto amaba.
Aquellos ojos del color de la hierba recién cortada y que parecían tener la textura de la misma.
Como era de esperar, dos segundos más tarde me arrepentí de haber pensado aquellas cosas, pero no por ello desapareció toda la ira, toda la rabia, ni todo el dolor. Ese que me carcomía por dentro, que me convertía en alguien que yo no deseaba ser.
Y al darme cuenta exploté.
-¿Que qué siento?-Murmuré entre dientes- Siento frío y calor. Siento odio y amor. Tengo ganas de matarte y de abrazarte, de amarte una vida entera y de escuchar tus gritos de dolor día tras día. Tengo ganas de hacerte cosas que ni siquiera tienen nombre y lo malo es que no sé si son buenas o malas.
-Eres una chica realmente rara.
-Lo sé.
No pude evitar que una sonrisa irónica se colara en mi boca, como tantas otras veces pero con un matiz mucho más oscuro, más amargo.
-¿Y qué puedo hacer yo?
-¿Tú? Tristemente no puedes hacer nada, ni quieres ni puedes.

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